Archivo Churubusco



La participación de la comunidad infantil como instrumento de conservación preventiva. El caso del Templo de San Diego de Alcalá, Sonora

Denise Charua Ayala
Irlanda Lemoine Rodríguez

Video y edición
Irlanda Lemoine Rodríguez



La conservación de un bien cultural que aún permanece en uso indudablemente está sujeta a la preservación de un conjunto de valores otorgados por un grupo social determinado. Cada comunidad se apropia y hace uso de sus bienes de manera particular, están íntimamente ligados a una práctica social y poseen significados colectivos; factores que en conjunto propician su reconocimiento y legitimación como patrimonio, proceso en el cual un objeto es visto y adoptado como algo suyo, ese algo que les da identidad.

Con esta premisa, la restauración de un objeto surge a partir del deseo comunitario por conservar o rescatar la materialidad del bien que resguarda sigilosamente dichos significados y valores. No obstante, el patrimonio debe ser entendido no solo a partir de su materialidad sino de su uso social y por ende, el establecer un vínculo entre la comunidad y los conservadores-restauradores resulta fundamental.

En el caso de la comunidad de Pitiquito, Sonora, reconocen el Templo de San Diego de Alcalá como parte de su identidad colectiva e ícono arquitectónico del lugar. Sin embargo, de manera generalizada existe un desconocimiento sobre la historia, el significado y las técnicas empleadas en las pinturas que sus muros lucen en todo su esplendor. Subsanar este tipo de lagunas de información es una tarea en la que el restaurador puede contribuir. Como refiere Jaspersen (2011) la restauración como disciplina no solo se ocupa de la preservación física de los objetos, también implica fijar y hacer accesible una interpretación de su significado sin llegar a imponer valores, fomentando de esta manera la concientización respecto a su patrimonio y, por ende, su conservación a largo plazo.

El proyecto de restauración de la pintura mural del Templo de San Diego Pitiquito (como se le conoce más comúnmente) se ejecutó de enero a noviembre del 2017 y contempló desde su origen una línea de difusión y trabajo con la comunidad a partir de pláticas informativas, del uso de redes sociales y de fomentar la colaboración activa de la gente local a lo largo de todo el proceso. Para dar solución a esta falta de información sobre el templo, surgió la iniciativa de incluir la participación de la comunidad infantil, reconociendo la educación e integración social como herramientas de conservación preventiva, en el entendido de que los niños serán los guardianes del templo en un futuro, y los encargados de transmitir su historia y valores a las generaciones venideras.

Así, se impartió del 3 al 15 de julio del mismo año, un curso de verano cultural con el objetivo de dar a conocer, de manera didáctica, la historia sobre la fundación del templo, el significado de algunas de sus pinturas, la técnica pictórica empleada y el proceso de restauración.

De los recursos didácticos empleados cabe mencionar el diseño de un libro para colorear, la participación de un cuentacuentos, teatro con marionetas, la elaboración de una pintura con temple de huevo, la creación colectiva de una pintura mural y el taller de restaurador por un día. De esta manera se consiguió volver accesible para los niños el vocabulario endogámico que caracteriza a la disciplina de la conservación y fortalecer la apropiación del espacio a partir del entendimiento de su patrimonio.

El siguiente video es un compilado breve que reúne escenas, momentos y testimonios de los niños que participaron en el curso de verano.

 

 

A manera de conclusión, se puede aseverar que el curso cumplió su objetivo, se robusteció el sentido de pertenencia, se identificaron los elementos que les son más significativos e inclusive se estrecharon lazos entre la misma comunidad. Asimismo resultó una experiencia satisfactoria y de enriquecimiento profesional y personal, pues actualmente en Pitiquito es cada vez mayor el número de interesados en la conservación del templo.

No obstante, también es importante mencionar las consideraciones y limitantes de este tipo de dinámicas. En primera instancia, el impacto y alcance que se tiene se verá restringido al número de participantes; en segundo lugar, la diferencia de edades obliga a hacer uso de distintas estrategias para captar la atención de cada grupo y, por último, existe la necesidad de buscar recursos y colaboraciones de diversas fuentes, aunado a la inversión que el propio proyecto realiza.

Esta dinámica de vinculación con la comunidad es una primera aproximación que se puede mejorar y hacerla parte de proyectos futuros, cuestionándose ¿qué es lo realmente importante o significativo para ellos?, ¿qué es lo que hay que conservar?, ¿qué tanto realmente se hace partícipe a la comunidad dentro de un proyecto de conservación? y ¿hasta dónde llega su injerencia?; reflexionando en las repercusiones implícitas y/o explícitas que la restauración de un bien tiene sobre la sociedad.

Del dicho al hecho hay mucho trecho y muchas veces estas reflexiones se quedan en el marco de una discusión teórica, pero lo realmente interesante y fructífero es saber aterrizarlo en la práctica ya que los usuarios siempre serán la respuesta ante la interrogante ¿para quién(es) se restaura?

 

Referencias

Jaspersen, Giovana E.
(2011), “De la imposición de valores a la mediación cultural, consideraciones teórico-éticas en proyectos de restauración con grupos sociales”, ponencia presentada en el Segundo Simposio de Teoría de la Restauración, Museo Nacional de Antropología e Historia, México, 25 de septiembre.



Como citar esta colaboración:
Apellido, nombre (año), “Título del artículo”, en Archivo Churubusco, año 2, número 3, disponible en -dirección en internet-, consultado -día, mes, año-.



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