Archivo Churubusco



El deterioro material e intelectual de los álbumes fotográficos: el álbum 1914

Silvana Berenice Valencia Pulido
Daniela Santhi Carreón Cano

 

Introducción

El presente trabajo tiene como objeto reflexionar críticamente sobre algunos de los riesgos que han enfrentado los álbumes fotográficos durante su resguardo en archivos y colecciones; específicamente, aquellos relacionados con la separación de las fotografías que contienen y sobre los motivos que la generaron. El interés de este análisis se centra en las causas de deterioro que se relacionan con las diferentes conceptualizaciones y los distintos usos que se le han dado a la fotografía a lo largo del tiempo.

Este texto parte de que la separación de las fotografías resguardadas en álbumes constituye un deterioro no sólo material sino también intelectual, ya que implica la disgregación de los elementos que componen la unidad del documento, lo que genera una disociación en la valoración, significación y acceso. La disociación es un efecto de deterioro resultado de la natural tendencia de querer ordenar sistemas que ya no están vigentes en las colecciones (Waller, 2017), en este caso, el sistema discursivo del álbum fotográfico. Esto se fundamenta en que las fotografías son evidencias que presentan información sobre diversos aspectos del pasado, al igual que los documentos históricos. Paralelamente, los álbumes fotográficos y los archivos son sistemas complejos y polisémicos donde el orden que guardan las fotografías o los documentos responde a su génesis y a su primera significación. Consecuentemente, la disgregación de los álbumes fotográficos representa un deterioro físico y, además, testimonial. Estas afirmaciones parten de equiparar los álbumes fotográficos con las fuentes escritas para mantener sus características como figura (Bozal, 1987), es decir, su significación dentro del campo de los archivos. La presente propuesta parte de la teoría de la restauración y del principio documental del origen de procedencia y orden, y se contrapone con considerar que las fotografías son imágenes ilustrativas del texto, así como con la idea de que los álbumes son solo contenedores que no aportan información por sí mismos.

Este estudio parte de las observaciones hechas durante la ejecución del proyecto de continuidad “Conservación y restauración de álbumes fotográficos”, iniciado en el 2013 como parte de las actividades que realiza el Área de Conservación de la Fototeca Nacional del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y ha tomado como ejemplo de caso el álbum 1914 de la colección Teixidor que resguarda esta misma institución. En dicho ejemplar se observó la extracción de algunas fotografías en diferentes periodos de su existencia, los cuales se vinculan con distintos momentos históricos y reflejan la variedad de intereses en torno de su apropiación.

 

Fotografías y documentos. Archivos y álbumes

En este trabajo, la analogía entre documento y fotografía es fundamental debido a que ambos son vestigios que presentan evidencias sobre el momento y la cultura en que se crearon y utilizaron como parte de un determinado contexto. De la misma forma, se equiparan los archivos con los álbumes fotográficos como complejos documentales.

El documento ha tenido diferentes conceptualizaciones a través del tiempo. El término procede del latín y está emparentado con las palabras doceo y disco, enseñar y aprender, y mentum, instrumento, testimonio para enseñar; es decir, se usaba como un “ejemplo con carácter didáctico-moralizante, y también en la acepción de testimonio como prueba” (Ángeles, 2017: 1). Por consiguiente, uno de los primeros usos del documento es para transmitir conocimientos y como prueba para confirmar hechos (Martínez, 1995: 82). Esta significación del término continuó de forma similar incluso en épocas posteriores, como en el siglo XVI, cuando se seguía utilizando como el objeto con el que se enseñaba o se demostraba algo (Corominas, 1987).

Para otros campos disciplinares, como el de la ciencia de la comunicación y de la información, el documento “es el soporte tangible que transporta una idea y cuyo carácter es probatorio o informativo y que además tiene un componente de entorno histórico” (Currás, 1982). Es decir, la información expresada en un documento tiene un carácter testimonial y probatorio pero también como dato informativo; esta es la razón de su conservación y de su uso como material de consulta. Incluso esto ha repercutido en la forma en que se entiende la estructura del documento, en este caso de estudio y para el contexto de la Fototeca Nacional, la imagen fotográfica es la “idea” por transmitir, es lo que se significa como un documento.

De acuerdo con la propuesta de Núñez (1994), el documento está compuesto por tres elementos estructurales: el soporte material, un medio de transmisión o lenguaje, y el contenido o mensaje, presentes en las fotografías de la siguiente forma. En primer lugar, el soporte material cambia ampliamente entre la diversidad tipológica de fotografías y en la variedad de documentos que se han creado a lo largo de la historia. En cuanto al medio de transmisión, tradicionalmente se ha considerado que los documentos privilegian la información textual, a diferencia de las fotografías, que proporcionan evidencias en imágenes. En estos dos tipos de testimonios: documento y fotografía, lo principal es el contenido, lo digno de ser transmitido, ya que se consideran como información que da sustento a ideas y argumentos, es decir, tiene una función de evidencia o indicio. Sin embargo, los otros elementos estructurales: materia y lenguaje, son importantes, ya que gracias a ellos es posible preservar y comprender las referencias que presentan las fotografías y los documentos.

A estas perspectivas sobre el “documento” hay que sumar la relación de este concepto con el de “archivo”, ya que las trayectorias de su significación son paralelas. En el contexto de un acervo documental, se revela la forma en que se custodian los documentos. En este caso, bajo la figura de una institución gubernamental que configura las formas de valoración y significación, pero también todo aquello que involucra su custodia: la manera de acervar, de desarrollar la colección, los propósitos de la conservación y de la puesta en acción de la función documental del acervo. Desde el siglo XIX, el archivo se ha considerado un sistema de agrupación de documentos. Esta es la valoración que ha determinado en gran medida la expectativa de su función como documento. Incluso se busca preservar bajo el “principio de procedencia y orden”, en el que el orden en que se resguardan responde más a su génesis (procedencia) que a los significados que pudiera tener un documento (Guasch, 2015: 16). El archivo, por consiguiente, “es un lugar neutro que almacena registros y documentos que permite a los usuarios retornar a las condiciones en que estos fueron creados, a los medios que los produjeron, a los contextos de los cuales formaban parte y a las técnicas claves para su emergencia” (Guash, 2015: 16). Se lo reconoce como un documento en el sentido de que su carácter —valga la redundancia— documental no está alterado y de que existen trazas del contexto de creación, como, asimismo, de las posibles relaciones entre los elementos que componen el conjunto.

En cierta forma, los álbumes fotográficos tienen relación con la forma como opera un archivo. En ellos se concentra el sistema discursivo según el cual se generó la ordenación de las fotografías, si se abordan como documentos. Es donde cobra trascendencia equiparar las propiedades de los álbumes fotográficos y de los archivos, después de plantear la analogía entre las fotografías y los documentos, lo que se relaciona con la propuesta de Bozal (1987) para considerar determinados objetos como figura, es decir, para establecer el significado de estos en relación con otros objetos pertenecientes al mismo horizonte.

No obstante, esta expectativa toma una nueva matización si se incorpora la significación de “documento” solo como un “soporte de información” (Guasch 2015). En esta forma se expresa la valoración y la expectativa de uso del conjunto documental. Los criterios de un acervo documental que opera de acuerdo con esta significación reducen el archivo a un almacén donde estos se encuentran disponibles (Guasch, 2015: 16). Como se verá más adelante, para el caso de la Fototeca Nacional, al ser la imagen fotográfica lo que se significa como documento, se da predominancia a la acervación de esta sobre la “figura” constituida por el conjunto de fotografías que se vinculan dentro de un álbum fotográfico, pensado así como su “horizonte”; lo cual va en detrimento de la propia entidad de lo que podría considerarse el “archivo”: el objeto álbum fotográfico.

Si se considera el álbum como “archivo” desde una perspectiva foucaultiana, se revela el conjunto de reglas que operaron en su génesis y trayectoria como objeto, que pueden enunciarse y visibilizarse en una determinada época o una formación histórica (Guasch, 2015: 49). Esto es, se puede interpretar como un sistema complejo, en el que los documentos, entendidos como las fotografías, tienen una posición polisémica. En esta conceptualización, en la que se busca reconocer al álbum fotográfico con sus potenciales significaciones, se plantea una noción de “documento” en el que “la facultad de escoger es necesaria, pero tiene que ser extremadamente flexible, susceptible de recoger, en medio del camino, multitud de nuevos aspectos, abierta a todas las sorpresas, de modo que pueda atraer desde el comienzo todas las limaduras del documento, como un imán” (Bloch, 1980: 45). Si se concibe en esta forma, el propósito de su conservación debería, por consiguiente, buscar responder a esta polisemia, incluso para aspectos que no podemos significar aún. Incluso entre las limaduras mencionadas por Bloch se encuentra la manera en que este se ha reconocido como un objeto con un sistema complejo que debe preservarse o no, o solo de acuerdo con ciertos criterios. “El archivo como lugar que detona procesos de significación relativos a partir de la memoria, que de manera paralela también genera procesos de olvido a través de la selección y la ponderación de determinados discursos” (Ángeles 2017: 6): de esto puede interpretarse el devenir del objeto como un bien cultural, ampliando la significación de “documento”.

Puede observarse que la relación entre documento y archivo es compleja, y está determinada por lo que concibe la sociedad del momento. Actualmente, la significación de la fotografía como documento en la Fototeca Nacional ha generado un campo semántico en torno de la imagen fotográfica. Como se ha visto, a los álbumes fotográficos se les pueden atribuir las mismas propiedades que a los archivos como sistema de agrupación de documentos bajo el principio de procedencia y orden (Guasch, 2015:16), por lo que, al plantear una equiparación de la conceptualización del álbum fotográfico como archivo, se abre un intersticio en el que se busca potenciar la relación tanto entre documento-archivo como entre fotografía-álbum fotográfico. Estas afirmaciones se fundamentan en que las fotografías y los documentos contienen información e indicios de que funcionan como evidencia o testimonio. Por ello, su resguardo en conjunto debe preservar su contexto de creación, así como su primera significación, al reconocerse como huella del pasado, pero también buscar preservar incluso aquellos valores o significaciones que aún no alcanzamos a visualizar o identificar plenamente.

 

El deterioro de álbumes fotográficos

Se afirma que la disociación de los elementos constitutivos de los álbumes fotográficos constituye un deterioro material y de orden testimonial, con fundamento en que la pérdida de alguno de sus componentes resulta en el menoscabo de la información que sustenta su unidad documental. Así, en este contexto de estudio —recuérdese que se trata de un archivo institucional gubernamental de carácter histórico—, la desintegración de los álbumes fotográficos constituye una pérdida de información y, por ello, se la considera como un deterioro físico e intelectual. Se asegura esto con base en el concepto de “deterioro”, entendido como daño o pérdida que sufre algún bien cultural.

Los álbumes fotográficos son complejos formados por diferentes elementos: las fotografías y su disposición, las inscripciones y la estructura del álbum en sí. Cada uno cumple una función específica dentro del conjunto: los distintos componentes tienen una función subordinada al mensaje que se desea transmitir o a la intención de su creación, al sustentar y proteger la comunicación que su creador plasmó en ellos; en conjunción, “mensaje” (idea intangible) y “mensajero” (objeto tangible) crean un bien funcional. La comunicación de ese mensaje no se limita únicamente a la interpretación de la imagen, sino abarca todos los elementos, materiales e información documental que se conjugan en él. Si bien la estructura está en función del mensaje y tiene como objeto sustentarlo y resguardarlo, la conservación de su sistema y de su información reforzará la salvaguardia del conjunto.

El INAH como instancia responsable de la conservación del patrimonio cultural arqueológico e histórico en México ha definido que las acciones de conservación deben estar orientadas a garantizar el acceso y disfrute de los bienes que custodia para generaciones presentes y futuras, respetando sus valores y significados (INAH, 2014). Este concepto coincide con la noción polisémica que se le atribuye a la fotografía como documento, ya que tiene la intención de posibilitar múltiples interpretaciones en torno de su estudio, en lugar de privilegiar solo una opción, limitándose a una única conceptualización de fotografía. En ese sentido, las acciones que estuvieran enfocadas en realzar exclusivamente una de las posibilidades discursivas que presenta la investigación fotográfica representarían un deterioro, al constituir la pérdida de las demás alternativas que esta tiene.

Sin embargo, el objeto del presente texto no es realizar juicios sobre las actividades que, desde la perspectiva de conservación actual y a lo largo de la vida de los objetos fotográficos, han mermado las posibilidades discursivas de las fotografías y los álbumes fotográficos. Más bien se tiene el propósito de analizar cuáles han sido las conceptualizaciones de la fotografía y asociarlas con las acciones que se efectuaron a partir de ellas y que hoy en día se valoran como un deterioro de los bienes fotográficos. Para ello se ha considerado como estudio de caso la condición que presentó el denominado álbum 1914 que resguarda la Fototeca Nacional del INAH.

 

El caso del álbum 1914

El álbum 1914 es un ejemplar que agrupa fotografías de Hugo Brehme, quien registró tres diferentes momentos de dicho año en México: la ocupación estadounidense del Puerto de Veracruz (abril), la defensa de Xochimilco en contra de los zapatistas (agosto) y la entrada de Pancho Villa a la Ciudad de México (diciembre) (figura 1).

Figura 1. Vista general del álbum 1914 (Fotografía: Valencia, 2005).

 

La estructura de este álbum corresponde al tipo 7: libro en blanco (scrapbook) atado o con postes, de acuerdo con la clasificación de Horton (1999). Este ejemplar está integrado por 24 hojas de cartulina negra independientes, encuadernadas mediante atado de dos orificios con cubierta semirrígida. Las cubiertas y el lomo están formados por una sola pieza de cartón verde; la tapa anterior presenta decoración vegetativa impresa en tinta oscura en el extremo izquierdo, junto a la cual presenta anotaciones en alemán, hechas a mano con tinta blanca, que hacen referencia a los hechos registrados. Originalmente contenía 103 piezas fotográficas, de acuerdo con las evidencias que proporcionan los esquineros presentes. Actualmente solo conserva 53 fotografías de plata gelatina a blanco y negro en diferentes tamaños. Algunas piezas fotográficas cuentan con un texto explicativo en la parte inferior, escrito a mano con letra de molde y tinta blanca.

Como se ha mencionado, el presente álbum forma parte del Fondo Teixidor de la Fototeca Nacional del INAH, colección que ingresa en dicha institución tras la muerte del coleccionista de origen español Felipe Teixidor, en enero de 1979 (Casanova, 2006: 134). Teixidor llegó a México en 1919, donde se desempeñó en diversos cargos, algunos de los cuales le permitieron participar en proyectos editoriales, en los que destaca su participación en la Editorial Porrúa.

Durante la primera intervención de conservación de este álbum, en el 2005, este resguardaba en su interior únicamente ocho fotografías. Sin embargo, era indudable que, al momento de su conformación por parte de su compilador inicial, contenía un número mayor de piezas. Gracias a las evidencias materiales que presentaban las hojas del ejemplar, como son los esquineros que sostenían las piezas fotográficas y los textos explicativos, además de las características físicas de las imágenes que se conservaban, fue posible identificar dentro del mismo fondo otras fotografías que originalmente formaban parte de este álbum.1 Dichas piezas se reintegraron al lugar que ocupaban dentro del álbum durante una intervención de conservación posterior, en el 2009.

Es interesante destacar que una de las imágenes que, según se determinó, inicialmente formaba parte de este ejemplar se hallaba dentro de una de las carpetas de trabajo que había conformado Felipe Teixidor a lo largo de su labor editorial. En dichas carpetas, el coleccionista y editor reunía las imágenes que utilizaba en diferentes proyectos, las cuales se encuentran adheridas a hojas tamaño carta, donde hacía las anotaciones pertinentes sobre las modificaciones que deseaba hacer a cada fotografía para sus requerimientos editoriales. En este caso, se trata de una fotografía donde aparecen el general Blanquet y el senador Obregón sentados en unas sillas al exterior de un inmueble; sobre la imagen se aprecian las líneas que indicaban las zonas que debían eliminarse en la publicación; asimismo, se observan algunas anotaciones al margen con indicaciones editoriales. Debido a estas evidencias materiales, es posible determinar que para Teixidor las fotografías eran importantes en tanto su imagen fuera útil para la ilustración de libros, más allá de la posibilidad de aportar información a partir de la organización discursiva que presentaban como parte de conjuntos o álbumes (figura 2).

Figura 2. Detalle de una de las fotografías del álbum, con inscripciones y marcas relativas al proceso editorial de la imagen.

 

Este es un claro ejemplo de cómo el concepto de fotografía que se aplicó para su uso permitió la separación de piezas de su contexto original, que, en este ejemplo, es el álbum. De esta forma, se perdió la unidad documental y material que presentaba la secuencia de imágenes, lo que alteró y disminuyó la información que mostraba. Es posible que el motor que propició la gran colección de fotografías de Felipe Teixidor fuera la idea de contar con un gran número de fotografías, apreciadas únicamente por su imagen, a las cuales se podía acceder como un recurso ilustrativo para libros. Las carpetas de trabajo de Felipe Teixidor resguardadas en la Fototeca Nacional evidencian que él realizaba sus propias compilaciones temáticas con fines editoriales a partir de su colección, por lo que algunos de los álbumes que coleccionó se hallan desarticulados, como en este caso (Mendoza, 2016: 154).

Asimismo, es posible que un concepto similar se haya aplicado cuando esta recopilación fotográfica se incorporó a los acervos del INAH, la que, junto con otras colecciones, daría lugar a la creación de la Fototeca Nacional. La incorporación de esta fototeca dentro de la estructura de la Coordinación Nacional de Difusión (CND) del INAH, que tiene como una de sus principales actividades la publicación de textos generados a partir de las investigaciones que se realizan en el mismo instituto, dio continuidad a la predominancia de la imagen fotográfica como documento. La ubicación institucional del acervo fotográfico del INAH dentro de la CND pudo haberse motivado por la necesidad de acceder fácilmente a una gran cantidad de imágenes que pudieran aparecer en sus publicaciones. Los criterios según los que operaba la conservación de fotografías en esa época eran acordes con dicha conceptualización de la imagen fotográfica como documento. Según esta idea, las actividades de custodia documental operaban con los propósitos enunciados en diversos textos sobre conservación de fotografías de la década de 1980 (Ostroff, 1981: 1; Oliveira 1985: 10), que se tomaron como referencia académica para las actividades de conservación que se realizaban en la Fototeca Nacional (Vera, entrevista 2017; Valdez, entrevista 2017). La conservación de fotografía tenía por objeto promover la preservación de imágenes legibles, accesibles y que pudieran servir como fuente primaria de investigaciones, lo que ha propiciado que comúnmente se empleen para la ilustración de argumentos presentes en distintos tipos de textos. Esto concuerda con la extracción de otras piezas fotográficas del álbum 1914 a lo largo de su resguardo dentro de la Fototeca Nacional, las cuales han aparecido no solo en las publicaciones del mismo INAH sino también en libros de diversas instituciones. Esto se explica porque los momentos que estas imágenes registran han sido de gran interés para los investigadores que han trabajado dicho periodo en la historia nacional.

Actualmente, la misión de la Fototeca Nacional del INAH se ha transformado de acuerdo con los preceptos institucionales, gracias a lo cual la fotografía se considera como patrimonio cultural, lo que implica pensarla como un bien cultural donde incluso la materialidad se incorpora a la conceptualización de documento. Esto mismo dio lugar a la necesidad de reintegrar la información que tenía inicialmente el álbum 1914, generando una investigación que tuvo como resultado, atendiendo a los objetivos institucionales y a los conceptos rectores establecidos por el INAH, la reincorporación de 45 fotografías que se habían extraído en diferentes momentos. La extracción de estas fotografías operó con el criterio de buscar un sistema de organización con la lógica de la imagen fotográfica como documento. Es así como los temas registrados o los autores de las imágenes se constituían en el parámetro para dar valor a los ítems dentro del acervo.

Es importante destacar que este caso de estudio también mantuvo el respeto a las evidencias materiales de los diferentes momentos que ha tenido este álbum, por lo que las fotografías del general Blanquet y el senador Obregón se mantuvieron dentro de la carpeta de trabajo editorial donde la colocó Teixidor, mientras que en el lugar donde esta se encontraba dentro del álbum se puso un facsímil con la finalidad de recuperar parte del discurso visual que integraba en conjunto con las demás fotografías. Estas se dispusieron nuevamente dentro del álbum en el lugar que su compilador inicial designó, sujetas por los esquineros originales que permanecían adheridos a las hojas de este ejemplar, de acuerdo con los pies de fotografía inscritos en estas y con las anotaciones en el reverso de cada imagen (Mendoza, 2009: 83). De esta forma, se dio la posibilidad de conservar las diferentes evidencias que presentan los elementos constitutivos del álbum 1914, manteniendo la mayor cantidad que este puede transmitir a partir de sus fotografías concebidas como documento y del conjunto entendido como archivo.

Después de haber equiparado las fotografías con los documentos y, a partir de ello, identificado los álbumes con los archivos, es posible aplicar el principio de procedencia y orden, empleado en archivonomía, y privilegiar así la organización inicial que estos presentaban, con la intención de mantener y dar a conocer su información original. Por ello se ha considerado que la disociación de las piezas que integran una colección resguardadas dentro de un álbum representa una pérdida de información, ya que el discurso particular se ha mutilado.

 

Conclusiones

Años atrás, en el ejercicio de la restauración en general se puso gran énfasis en la investigación tecnológica de la creación del bien cultural y en el comportamiento de sus materiales constitutivos en relación con el medio ambiente donde han permanecido, dejando de lado, hasta cierto punto, la investigación histórica y social que fundamenta una propuesta de intervención congruente con la unidad orgánica del objeto (Zapian, 2002). En otras palabras, el análisis previo que implica una restauración debe establecer por medio de una visión unificadora los diferentes elementos que constituyen el bien cultural que se ha de intervenir, no solo materiales, sino también su medio físico y su contexto social, que, en conjunto, transmiten información pretérita. Por lo tanto, se deben articular los componentes que integran el bien cultural y determinar las diferentes funciones que pueden tener en la actualidad.

Este planteamiento cobra mayor sentido en el ámbito fotográfico debido a que existen dos intereses en su investigación: uno es entender la técnica y los fenómenos químicos que dan origen a esta práctica para establecer el deterioro que sufren los materiales fotográficos, y otro es el estudio que se ha hecho de las fotografías exclusivamente como imágenes, analizando solo el hecho o el personaje fotografiado. La información obtenida en ambos casos no se ha relacionado con otros aspectos del entorno fotográfico, por lo que constituye una visión parcial del complejo contexto social que desarrollan y consumen diferentes tipos de fotografías.

Actualmente, en el INAH se privilegia la salvaguardia del patrimonio cultural, con respeto a sus valores y significados, garantizando su acceso y disfrute para generaciones presentes y futuras por medio de las acciones de conservación (INAH, 2014). Por ello los álbumes fotográficos deben valorarse como bienes culturales integrales, es decir, son una unidad conformada por las fotografías y la estructura que las resguarda. Consecuentemente, la separación de ambos elementos implica la pérdida de información, principalmente histórica y estética. Esta propuesta se presenta como la vía para resaltar los valores estéticos, históricos y tecnológicos de los álbumes fotográficos como una unidad cultural. Incluso esto no está exento de considerarse un aspecto documental: la unidad de este objeto amplía las posibilidades de interpretación y de los significados sobre él. No es una perspectiva novedosa: ya lo planteaba Marc Bloch en las primeras décadas del siglo XX, cuando se preguntaba sobre esta noción: “¿Qué entendemos por documentos sino una ‘huella’?, es decir, la marca que ha dejado un fenómeno, y que nuestros sentidos pueden percibir” (Bloch, 1980: 47). A través de una perspectiva fenomenológica se pueden alcanzar interpretaciones sobre las huellas presentes en este tipo de objetos, como se vio a lo largo del texto. Se generó una interpretación sobre su creación, sobre el uso del objeto, sobre la manera en que está organizado el sistema discursivo del álbum, que dispusieron una lectura de la materialidad del álbum 1914.

Este trabajo expone la necesidad de estudiar los álbumes fotográficos como unidades integrales, donde la secuencia de imágenes con sus epígrafes y las características del álbum que las resguarda se relacionan íntimamente con el contexto social de la época en que se produjeron, así como con las subsecuentes conceptualizaciones que se les dio aun hasta el momento en el que se incorporan a lo que hoy reconocemos como patrimonio cultural. Asimismo, este análisis forma parte de la reflexión que requieren los restauradores para formular una propuesta de intervención congruente con la función actual de los álbumes como fuente de información.

 

Bibliografía

Ángeles, A.; D. Carreón; I. Ortega y Viridiana Marín
(2017). Noción de archivo/documento. Una propuesta de difusión sobre su trayectoria discursiva. México: ENCRyM-MCAD, trabajo inédito escolar desarrollado dentro de la materia Discursividad de los acervos.

Bloch, Marc
(1980). II. La observación histórica. En Introducción a la historia. México: FCE, pp. 42-64.

Bozal, Valeriano (1987).
Mímesis: las imágenes y las cosas. Madrid: Visos Distribuciones-Ediciones Antonio Machado.

Casanova, Rosa, y Adriana Konzevik
(2006). Luces sobre México. Catálogo selectivo de la Fototeca Nacional del INAH. México: INAH/Editorial RM.

Corominas, J.
(1987). Breve diccionario etimológico de la lengua castellana. Madrid: Gredos.

Currás, E.
(1982). Las ciencias de la documentación: bibliotecología, archivología, documentación e información. Barcelona: Mitre.

Dubois, Philippe
(1994). El acto fotográfico. De la representación a la recepción. Barcelona: Paidós Comunicación.

Foucault, M.
(1999). La arqueología del saber, 19.a ed. México: Siglo XXI Editores.

Fuentes de Cía, Ángel
(2004). Preservación del patrimonio fotográfico: problemas y necesidades. Imagen, Cultura y Tecnología, Segundas jornadas, Madrid: Universidad Carlos III de Madrid/Instituto de Cultura y Tecnología Miguel de Unamuno/Instituto Agustín Millares de Documentación y Gestión de la Información: 15-21.

Ginzburg, Carlo
(2007). Reflexiones sobre una hipótesis: el paradigma indiciario, 25 años después. Contrahistorias. La Otra Mirada de Clío (7), septiembre de 2006-febrero de 2007:, 7-16.

Guasch, A.
(2015). Arte y archivo, 1920-2010. Genealogías, tipologías y discontinuidades. Madrid: Akal.

Heredia, A.
(2015). Manual de archivística básica: gestión y sistemas. México: BUAP, p. 42.

Horton, Richard
(1999). Historical photo albums and their structures. Conservation of Scrapbooks and Albums. American Institute for Conservation-Book and paper group and Photographic materials group: 13-20.

Instituto Nacional de Antropología e Historia
(2014). Lineamientos generales en materia de conservación del patrimonio cultural. México: INAH.

Martínez, J. A.
(1995). Teoría de la información documental y de las instituciones documentales. Madrid: Síntesis.

Mendoza, Mayra.
(2009). 1914. De Veracruz a la Ciudad de México a través de la mirada de Hugo Brehme. Alquimia (37): 80-83.
(2016). “Como grandes elefantes en el agua”, la invasión estadounidense a Veracruz en 1914, a través de dos álbumes fotográficos. Dimensión Antropológica, año 23, vol. 67, mayo-agosto: 151-169.

Mraz, John
(2007). ¿Fotohistoria o historia gráfica? El pasado mexicano en fotografía. Cuicuilco, nueva época, vol. 14 (41), septiembre-diciembre: 11-41.

Núñez, L.
(1981). Concepto de documento.En Archivística. Estudios básicos . Sevilla: Diputación Provincial de Sevilla, pp. 25-44.

Ostroff, Eugene
(1981). Conservación y restauración de las colecciones fotográficas. México: AGN.
(1996). “Conservación y restauración de las colecciones fotográficas”. En Cuadernos técnicos de conservación fotográfica. Río de Janeiro: Ministerio de cultura, pp. 19-25.

Valencia, S. Berenice
(2005). Restauración de un álbum fotográfico del Fondo Teixidor. México: Fototeca Nacional INAH. Informe de trabajo inédito.
(2009). Informe de intervención del Álbum 1914 del Fondo Teixidor. México: Fototeca Nacional INAH. Informe de trabajo inédito.

Zapiain, Marcela
(2002). La unidad orgánica del bien cultural como punto de partida para la restauración (Tesis de licenciatura en restauración de bienes muebles). México: ENCRyM-INAH.

Entrevistas

(2017). Transcripción de entrevista a Heladio Vera Trejo, México, material inédito, realizada el 10 de octubre de 2017 en la ciudad de Pachuca de Soto, Hidalgo.

(2017). Transcripción de entrevista a Juan Carlos Valdez Marín, México, material inédito, realizada el 16 de octubre de 2017 en las oficinas de la dirección del Sistema Nacional de Fototecas, en la ciudad de Pachuca de Soto, Hidalgo.

 

Notas al pie

1Para mayor información sobre el proceso de identificación de las fotografías faltantes cfr. Valencia, 2009: 3-4.

 



Como citar esta colaboración:
Apellido, nombre (año), “Título del artículo”, en Archivo Churubusco, año 2, número 4, disponible en -dirección en internet-, consultado -día, mes, año-.



Ir al cielo



Botón