Archivo Churubusco



Proyecto RED en red: enlace con la conservación de acervos documentales

Natalia Barberá
Antonio J. Hernández
Yohanna Roa
Sylvia Sosa




Presentación

El proyecto RED se realizó gracias a la invitación y apoyo de G&B-B&G 1 y su espacio El Círculo, ubicado en la plaza Roldán, entre las calles de Manzanares y Roldán, barrio La Merced en el Centro Histórico de la Ciudad de México.

Durante ocho meses Yohanna M. Roa tuvo la oportunidad de dialogar y conocer a un grupo de habitantes de la zona, quienes escucharon historias de sus abuelos, padres, familiares y vecinos, y ellos las repiten a sus hijos y nietos. Todos habitan el barrio desde hace tres, cuatro o cinco generaciones. La mayoría mantiene la tradición heredada del comercio: todo tipo de alimentos, electrodomésticos, objetos, disfraces, prótesis dentales, entre muchos otros. Poco a poco se fue construyendo un archivo de audio con las conversaciones que sosteníamos, y en ellas se hacían evidentes --desde su espacio cotidiano-- las transformaciones de la relación entre los habitantes y el lugar.

En abril de 2015 la investigadora tomó la decisión de hacer un corte en el proyecto y poner los audios en el espacio de exposiciones de G&B-B&G. Un amplio grupo de niños de la zona participaron en el montaje, con el apoyo de un joven trabajador en una pequeña fábrica de bolsas de mandado, diseñamos y confeccionamos los soportes para los MP3 y los audífonos de la exposición. Muchas de las personas entrevistadas, sus hijos, vecinos, compadres y amigos asistieron para escucharse.

El texto que se muestra a continuación lo realizamos posteriormente como un documento académico, y desde el primer momento lo visualizamos como un proyecto de conservación. En él encontrarán tres voces que se añadieron a la mía: Natalia Barberá, Antonio Hernández y Sylvia Sosa. Cada uno, desde su disciplina, cruza las nociones de conservación, archivo, documento, memoria, habitantes y cotidianidad, entre otras; estos cruces fueron construidos a partir de los audios de los habitantes: la narración fue editada para la exposición, la cual contenía once archivos de audio que duraban entre 13 y 25 minutos cada uno, además de la línea de tiempo que acompaña este texto (los audios originales duran cada uno alrededor de 90 minutos).

Se divide en dos partes. En la primera se reproduce el escrito que formó parte de la exposición. En la segunda se recogen las aportaciones de Barberá, Hernández y Sosa, a manera de ejercicio de reflexión colectiva sobre el proyecto RED; éste, además, aspira a abrir futuros caminos de investigación e intervención en el ámbito de la conservación de acervos documentales.


RED. Proyecto Roldán. El Círculo, Plaza Roldán, Ciudad de México (abril 2015)

¿Es mejor ser piedra o ser vivo?

Las piedras tienen la posibilidad de perdurar en el tiempo, vivir acontecimientos a lo largo de cientos de millones de años, los seres vivos no; sin embargo, nuestra vida queda marcada, insertada en los lugares que habitamos. Las piedras son habitantes-testigos de nuestras acciones.

En 1594 se fundó el monasterio de Nuestra Señora de la Merced de la Redención de los Cautivos, mejor conocido como el Convento de la Merced. Desde aquella época hasta nuestros días varias generaciones han construido y transformado ese lugar que conocemos como el barrio La Merced, ubicado en el Centro Histórico de la Ciudad de México. Habitantes permanentes y temporales, familias que migraron desde lugares distantes para establecerse en la zona, en su mayoría comerciantes. Las calles y edificaciones han sido testigos de las vivencias cotidianas de estas familias e individuos. Hoy en días la zona está transformándose de forma acelerada, pero aún se mantiene como un centro dedicado al comercio con mercancía procedente no sólo de diferentes estados de la República mexicana, sino de todo el mundo. La administración pública de la ciudad busca unir el barrio La Merced al sector turístico, un factor que ya ha transformado gran parte del Centro Histórico capitalino, y muchos esperan estos cambios con agrado: calles iluminadas, bien pavimentadas, más zonas peatonales. ¿Pero qué es de la historia de sus habitantes?

El proyecto RED es una crónica que busca construir un mapa sonoro-histórico y geográfico con las vivencias de varios de sus habitantes, algunos de tercera, cuarta, incluso quinta generación, que con su habitar cotidiano han logrado construir, junto con los habitantes temporales (personas que vienen de otros lugares a surtirse) edificaciones y calles un lugar muy rico desde una perspectiva cultural, que ha sobrevivido a 1) decisiones políticas que han transformado su vida, y que con frecuencia no tienen en cuenta su arraigo y necesidades; 2) al terremoto de 1985, que dejó en muy mal estado el barrio y obligó a muchas personas a desalojar sus casas; 3) los cambios históricos obligatorios, la tecnología, nuevas relaciones comerciales, nuevos hábitos de vida, poblaciones que migran a la ciudad --en la mayoría de los casos por necesidad--, los nuevos y diferentes intereses de las jóvenes generaciones, influenciadas por los medios de comunicación.

Es evidente que las familias e individuos aceptan todos estos cambios y se adaptan, buscan soluciones para mantener sus tradiciones luego de mezclarlas con todas las influencias externas que alteran sus formas de vida de manera constante. El barrio La Merced, que hasta mediados del siglo pasado vivió un auge comercial gracias a los bienes que llegaban de toda la República mexicana –desde el siglo XVI, cuando se aprovechaban los canales construidos por los pueblos originarios--, quedó en el abandono y la soledad cuando las autoridades capitalinas trasladaron el antiguo mercado de La Merced y las viviendas --antes ocupadas por familias, que en la primera planta tenían su local comercial o bodega y habitaban la segunda-- tuvieron que ser abandonadas para que los locatarios ocuparan el espacio adjudicado en la nueva sede o en la Central de Abastos. Al deterioro de las calles y edificaciones causado por el terremoto de 1985, se añadió entonces la problemática social surgida de esas transformaciones, y con ellas se incrementó el robo y la prostitución. Lejos de lo que podríamos imaginar, muchos de los habitantes añoran el viejo barrio, lo recuerdan con amor, recuerdan jugar en sus calles, ir a la escuela, hablan del respeto y seguridad con que podían vivir los comerciantes, niños, diableros y prostitutas. Y sobre todo el sentido de comunidad, en la cual incluso se practicaba el trueque y nada se desperdiciaba --según las diferentes versiones que pudo recoger Yohanna M. Roa.

Hoy en día el barrio sigue siendo una zona comercial y cada calle se dedica a un tipo diferente de mercancía: República del Salvador a mezclilla, Mesones a papelería, Manzanares, Roldán y Alhóndiga a productos de belleza; Corregidora a ferreterías y, por supuesto, las telas, que parecen adornar las antiguas edificaciones con todo tipo de colores y texturas.

En cada una de las entrevistas se encuentra una historia particular, personal, que en su conjunto reconstruyen la historia del lugar y ofrecen una perspectiva cotidiana, íntima y pública. Son un total de nueve entrevistas a personas que se dedican en su mayoría al comercio: baterías de cocina, ropa, prótesis dentales, cajas de madera, trajes tradicionales, artesanías de madera, venta de barbacoa y dos más que no son de comerciantes: una ama de casa y un comunicólogo que se ha dedicado a contar la historia del barrio, pues su familia lleva cinco generaciones viviendo ahí. Lejos de los personajes históricos que han cruzado esas calles, entrando victoriosos hacia el Zócalo capitalino, los habitantes cotidianos conocen el lugar, han visto caer las paredes, las han reconstruido. Estas crónicas dan cuenta de ello.2


Archivar

La autocomprensión metódica no siempre coincide con el método que el que investiga o interviene sigue de facto en la ejecución de la obra. No es necesariamente un vicio que pueda ser atribuido al autor. Mediante un movimiento secreto e ineludible, el objeto expuesto se desliga de su autor y se entrega a modos de acogimiento que, en mayor o menor medida, encuentran en ella algo más o algo distinto de lo que el autor pretendió.

En el Proyecto RED, Yohanna M. Roa, aunque dice hacerlo, no trabaja como cronista ni su obra puede ser considerada como una crónica. Más allá de lo que dice hacer, ¿qué hace? Se pueden encontrar al menos tres operaciones que conducen en otra dirección.

Primero, seleccionar un fragmento de vida social, un espacio y sus personajes anónimos.

Segundo, interrogar por las vivencias. Entonces, y sólo entonces, los personajes parecen adquirir un nombre propio: elaboran un relato donde dicen lo que ocurrió, lo que les ocurrió y lo que les dijeron que había ocurrido. Siempre que relatan el mundo, se relatan también a sí mismos. En otras palabras, las preguntas los convierten en testigos y, como tales, testimonian acontecimientos, historias y lugares (tan importante es aquí la tópica como la crónica). Las fuentes de los testigos no están resguardadas en archivos oficiales, yacen en el acervo abigarrado de sus experiencias. Son retazos de memorias propias y a la vez ajenas, recuerdos amontonados sin orden ni cronología, eventos indisociables de la imaginación.

Lo tercero: el testigo se apropia del pasado y elabora oralmente un habla que la grabadora, en silencio, registra.

Las tres operaciones son, por tanto, selección, interrogación y registro. En su conjunto componen una manera de archivar, en la que Roa, operando como archivista, no sólo coloca u ordena documentos en archivos, sino que a) construye documentos a partir de fragmentos sociales y vidas de testigos y b) construye el archivo como tal.

Ambas actividades se orientan hacia dos fines. Por un lado, archivar como cuidado de la memoria oral frente a una historia que –como relatan los propios testigos– seguirá inexorablemente su curso. Por otro lado, archivar en el sentido de transmitir. Al exponer los testimonios del archivo frente a los propios testigos, Roa no les da más que lo que recibe de ellos. Salvo una cosa, no menor: su memoria archivada.

Por eso Roa no actúa como cronista ni su trabajo es una crónica; es una archivista que cuida y transmite. Según su manera de archivar, si hay una crónica, ésta no puede ser otra que la realizada por los testigos.3


Selección, interrogación y registro

El Proyecto RED pregunta si “¿Es mejor ser piedra o ser vivo?”. La respuesta no la sabremos nunca, pues para ello tendríamos que conocer la opinión de la piedra, algo que por el momento resulta imposible. Pero si admitimos la pregunta desde el punto de vista del ser humano, algo podemos decir en ese sentido. En principio, me atrevo a plantear que la respuesta no sería única, sino que dependería del sistema de relaciones sobre las cuales se posa la mirada, de la situación específica en que se encuentran observadores y observados; en fin, la respuesta estará circunscrita a las condiciones en que se plantea la pregunta.

Desde esa perspectiva Proyecto Red genera un contexto particular donde se da respuesta a la cuestión; sin embargo, lo particular radica en la multiplicidad de respuestas: tiempo, familia, documentos, casas, calles, oficios, historias, generaciones... Todos factores que se vuelcan a la conciencia, a una “conciencia discursiva” en palabras de Anthony Giddens, es decir, aquella “[…] aptitud de poner las cosas en palabras.”4

Esta conciencia discursiva sólo es posible a través de la intermediación de lo social; es decir, aquello que aparentemente se presenta como un todo ordenado y coherente; lo que comúnmente asociamos con ideas de “memoria” o “recuerdos” no se encuentra en la cabeza de nadie de una manera ordenada, archivada, sino que sólo es posible acceder a ello cuando alguna situación social produce su emergencia. En este caso fue el Proyecto Red quien llamó a escena a un cierto relato.

Ahora bien, el adentrarse se hace posible justamente por las operaciones de interrogación y selección: la persona interrogada selecciona de su acervo aquello que la situación vuelve pertinente, el engarce entre la situación de la pregunta y la situación de la respuesta; sus elementos compositivos son los que hacen de la selección una particularidad. En este sentido: “Entre conciencia discursiva y práctica [acciones en la vida cotidiana] no hay separación; existen solo las diferencias entre lo que se puede decir y lo que en general simplemente se hace.”5

El registro, sin embargo, requiere de otras intenciones; aunque dependa de la selección y la interrogación, nuevamente se enfrenta a la selección, pero ahora con la intención deliberada de dejar una huella con ciertas características. Este último paso hace que Proyecto REDno esté dando cuenta de la vida de las personas de La Merced, pues la vida cotidiana no puede ser documentada, como nos lo recuerda Jorge Luis Borges en “Del rigor en la ciencia”;6 más bien da cuenta de una selección: no una hecha por sus habitantes, sino por las intenciones del arte. En este contexto, la respuesta a la pregunta inicial “¿Es mejor ser piedra o ser vivo?” sólo pueden darla quienes seleccionaron la huella, en este caso con la intención del arte. Habrá otras formas de entender esas huellas, pero eso corresponde a otras situaciones de interrogación y otras situaciones de respuesta.7


Conservación y memoria colectiva

El barrio de La Merced es uno de los lugares de mayor significado en la Ciudad de México; su historia es antigua, sus tradiciones y costumbres han permanecido durante varios siglos. Las personas vienen y van; sin embargo, las costumbres y actividades que se aprenden y heredan de generación en generación se mantienen vivas, a pesar --como apunta Yohanna M. Roa-- de los acontecimientos y de los cambios políticos y sociales que han sacudido sus cimientos.

El Proyecto RED logra penetrar en el corazón de esta historia para recuperar los hilos que cada habitante pone en el tejido social y cultural del lugar. Cada habitante, un testimonio, funciona como documento vivo de una historia cotidiana que conforma el acervo de voces de la memoria del barrio de La Merced.

Dicho acervo, o archivo, no es ese que se guarda, que se aleja de las personas y las olvida, para luego adentrarse en un espacio de estudio exclusivo de los investigadores. El acervo que propone el proyecto es un acervo vivo, que sirve desde sus orígenes para compartir las distintas voces, las distintas visiones de la vida del lugar, entre sus propios habitantes, de abuelos a nietos, de hijos a padres, de hermanos a hermanas, de vecinos a socios, o de todos ellos a extraños visitantes del lugar. Lo que estos testimonios transmiten entre miembros de la comunidad es su propia historia, su propia memoria colectiva, aquélla que refuerza la identidad, el sentido de pertenencia y dignidad, de comunidad, aquélla que da la fuerza para defender un territorio, costumbres, tradiciones y modos de vida, hasta de sus edificaciones y del trazo urbano. ¿Qué, si no, es la conservación? Las piedras, en voz de Roa, atestiguan la historia de cada uno de sus habitantes a lo largo de los siglos; pero las piedras no hablan --aun cuando los arqueólogos digan lo contrario--, o no hablan tanto, ni tan claramente, como lo hacen quienes fueron entrevistados por la artista y cuyos testimonios viven ahora en la memoria de quienes tuvieron la fortuna de escucharlos. Mejor es ser persona y, mejor todavía, tener el privilegio de contar con la viva voz de tus ancestros, a través de tus abuelos, padres, tíos, hermanos, vecinos, extraños, quienes recuperan tu historia para ti y para los que vienen.

El Proyecto RED recupera, registra y pone a disposición de las personas el acervo de su propia memoria cultural y de esta manera construye el puente entre ellas, entre lo que se sabe y no se dice, o se dice a medias, o se reserva porque se piensa que a nadie le interesa; o tan sólo se mantiene en las mentes y en las actividades, en las costumbres que se enseñan, se aprenden y se heredan entre los miembros de una comunidad familiar y vecinal: ésta se da por hecho de que también permanecerán incólumes ante el paso del tiempo, los cambios de gobierno, la privatización de la cultura, los proyectos de cambio urbano, la globalización, los terremotos. Este proyecto representa la posibilidad de rescatar y transmitir de manera directa todo este legado ancestral, así como la oportunidad de apropiarse de un pasado y de proyectarlo hacia el futuro; hacia la conformación de un acervo, de un archivo de voces que conserve la memoria de un barrio tan importante y emblemático para la Ciudad de México como es el de La Merced.8


Notas al pie

* Docentes de la línea de investigación Generación y Aplicación de Conocimiento: “Públicos de los acervos documentales”, Maestría en Conservación de Acervos Documentales de la ENCRyM-INAH.

1 G&B-B&G es una organización sin fines de lucro que busca vincular con el arte a la comunidad del mercado La Merced y sus alrededores. Realizan su labor basados en el derecho que tenemos a la cultura y al desarrollo humano dentro de un ambiente adecuado. http://gyb-byg.blogspot.mx

2 Yohanna M. Roa, autora del segmento RED Proyecto Roldán…, agradece de manera especial a Gitte Bog. por la invitación; a la Plaza Roldán y la sala de exposiciones El círculo, por el espacio; pero sobre todo a los habitantes, que de forma generosa han compartido sus experiencias e historias.

3 La sección Arhivar fue redactada por Antonio. J. Hernández.

4 Anthony Giddens, Anthony, La constitución de la sociedad, Buenos Aires, Amorrortu: 2006, p. 80.

5 Anthony Giddens ibid, p. 44.

6 Jorge Luis Borges, “Del rigor en la ciencia”, en El hacedor (Museo), Obras completas, Buenos Aires, Emecé, 2010, t. II, p. 265.

7 La autora de Selección, interrogación y registro es Sylvia Sosa.

8 Natalia Barberá es autora de la sección Conservación y memoria colectiva.



Como citar esta colaboración:
Apellido, nombre (año), “Título del artículo”, en Archivo Churubusco, año 1, número 1, disponible en -dirección en internet-, consultado -día, mes, año-.



Ir al cielo



Botón