Esta iniciativa tuvo su origen en el Seminario Taller Optativo de Conservación de Material Bibliográfico (STOCMB), cuyo programa busca entre otros objetivos, que los alumnos proyecten y ejecuten una actividad que ponga en juego habilidades para la gestión. Nuestros profesores Luis Enríquez y Laura Milán, hicieron algunas propuestas, entre ellas, la de considerar un concurso de cajas para libros. De inmediato llevamos esta posibilidad al terreno de nuestros intereses, a saber, las ideas contenidas en los libros y, principalmente, el vínculo que los lectores generan con estas. Así, Caja Intérprete se ideó como un espacio que nos permitiera entrar en contacto con los participantes, a través de sus creaciones, pero también, para cuestionar la esencia de una caja para libros, desde nuestro emplazamiento como conservadores-restauradores.
Sabemos que una caja puede ser un dispositivo primordial para brindar protección a un libro, pero ¿qué tal si pensáramos una caja como una extensión o incluso versión del libro? Es decir, no sólo como un medio de protección sino de disfrute o, incluso, como un dispositivo de apropiación e invitación.
- ¿Contra qué necesita protegerse la literatura por principio? ¿O es el soporte de la literatura lo que necesita protección?
- Bajo una perspectiva convencional, la encuadernación cubierta por una caja ya no es una simple protección sacrificable: la protección que solicita a su vez ser protegida duda de su rol originario. La caja que requiere de cuidados ya no es una simple protección de la protección.
- Las cajas de este concurso desmontan la idea de protección como se ha entendido tradicionalmente. De cualquier manera, y al final del día, la encuadernación sí protege al cuerpo del libro, y la caja a la encuadernación.
- ¿Podemos pensar en otro tipo de lógica en este rol de protección?
- La idea de estas cajas habla de una contención del libro ciertamente, pero también de una selección. En el proceso de apropiación, el intérprete distinguió aquello significativo de aquello poco relevante.
- Las cajas, tal como se expresaron, hicieron evidente aquello que de manera subjetiva y personal cada intérprete distinguió y señaló por su contenido significativo.
- Convocar a un lugar habitable, dar la bienvenida, activar la subjetivación del anfitrión (¿o es que en la literatura, como dispositivo del proceso de subjetivación del anfitrión, la caja se vuelve símbolo?) en tanto objeto dispositivo de posibilidades en eco con la búsqueda del lector/creador.
La convocatoria se puso en marcha y, finalmente, las cajas participantes fueron puestas a disposición de los estudiantes de la ENCRyM, así como de los interesados, durante la exhibición de Caja Intérprete (véase Figura 1). “Se vale tocar” se advertía cuando el primer curioso aparecía. Esta exhibición no buscaba una contemplación ni distante ni reverencial, sino un acercamiento asertivo e íntimo. Se buscaba comunicar no sólo la imagen de una caja, sino la interpretación particular de un libro que cada caja puso en juego, con su propio lenguaje, a través de su diseño y funciones.
De esta experiencia surgió la idea de crear este catálogo como testimonio visual para guardar registro de la experiencia provista por cada una de las cajas, además del concepto propuesto por cada concursante.
Figura 1. Exhibición de cajas concursantes en la ENCRyM. Fotografía:Victor Manuel Chacón Villar, 2016; cortesía: STOCMB.
Alcances del concurso
Nuestra intención con Caja Intérprete fue romper con las dinámicas endogámicas que se producen comúnmente en la ENCRyM, así como llevar a la realidad el diálogo desde diferentes perspectivas y bagajes. Anhelábamos convocar la participación de conservadores, sí, pero también la de diseñadores, artistas, profesionistas afines, lectores, ingeniosos e industriosos, sin restricción de edad, formación ni trayectoria profesional de los participantes.
El alcance de la convocatoria puede ser abordado en diferentes sentidos. Los entusiastas fueron 21 creativos que produjeron 19 cajas, entre participaciones individuales y colectivas. El rango de edad de los concursantes fue muy amplio, pues se involucraron personas desde los 19 hasta los 74 años de edad. La diversidad de los participantes también se manifestó en los perfiles: los creadores son artistas plásticos, encuadernadores, conservadores, diseñadores gráficos, arquitectos, dibujantes, docentes y estudiantes de diferentes áreas. A nivel geográfico, el entusiasmo de los concursantes fue tal, que hubo algunos interesados en inscribirse de otras ciudades (dos cajas llegaron desde Puebla).
- Al hablar de ingeniosos e industriosos, nos referimos a aquellos que prefieren y disfrutan armar, hacer con sus manos, resolver sus propias necesidades con cosas que están a su alcance, más que comprar cosas ya resueltas; es decir, que en su forma de ser privilegian la alternativa de emprender y aplicar su creatividad.
Emplazamiento
Ya que la principal determinación al generar la convocatoria fue permitir que los participantes se sintieran libres de expresar sus ideas y de construir, no establecimos restricciones respecto al tipo de materiales y de libros a utilizar, como tampoco al número de contribuciones permitidas o tipos de cajas a elaborar; el único requisito planteado fue que las cajas no superasen los 30 x 30 x 20 cm de área.
Propusimos cuatro ejes para la evaluación:
- Concepto. Parte de invitar a la interpretación del contenido del texto desde una perspectiva personal para proceder a crear un contenedor-extensión para la consulta, exhibición y/o disfrute del libro,
- Innovación de funciones. Se refiere a las funciones ideadas en la caja, diferentes del mero resguardo y contención del libro.
- Funcionamiento. Que los mecanismos y componentes de la caja operen adecuadamente en conjunto.
- Aspecto. Evaluación de la limpieza y calidad de los acabados.
La evaluación no habría sido posible sin la colaboración de las restauradoras Laura Milán Barros y Teresita Díaz Villanueva, así como del artista Ricardo Morales López. Con su experiencia, cada uno se encargó de evaluar uno o dos de los ejes propuestos, a partir de la ficha que diseñamos conjuntamente para este efecto.
De la premiación
Reconocer la labor de los participantes de la mejor manera posible fue una de las metas que nos propusimos desde el principio. Para ello, nos dimos a la tarea de buscar patrocinadores interesados en premiar a los ganadores del concurso. El proceso de identificación, diálogo y negociación con los distintos patrocinadores invitados fue una experiencia muy enriquecedora. Se extendió la invitación a más de 20 instituciones, entre empresas productoras de cajas, librerías, casas editoras y tiendas departamentales, así como con empresas vinculadas a la conservación en México.
Editorial Marco Polo y el Grupo Editorial Miguel Ángel Porrúa aceptaron la invitación a patrocinar el Concurso Caja Intérprete. Los ganadores del concurso recibieron diversos libros de las más valiosas ediciones de Miguel Ángel Porrúa, mientras que el primer lugar recibió, además, una minimesa de succión Ex-Libris por parte de Marco Polo. Estos premios se otorgaron a cambio de colocar afiches publicitarios durante la exhibición de Caja Intérprete que se realizó en noviembre de 2016.
Fue muy gratificante haber gestionado este patrocinio en el que tanto las instituciones como los ganadores resultaron beneficiados, ya que se creó un nuevo vínculo entre la ENCRYM, como institución de formación superior, y Miguel Ángel Porrúa, como grupo librero-editor. Marco Polo y la ENCRYM , por su parte, estrecharon su relación con este evento.
¿Qué logramos con este ejercicio de gestión?
Una de las experiencias más gratas fue haber convocado tanta creatividad. A pesar de provenir de orígenes y creadores tan diversos, las cajas encontraron en el concurso un nicho de diálogo en el que cada una, con sus conceptos, sus formas, sus dispositivos, sus funciones y sus materiales, fueron el soporte de una interpretación. En algunos casos, las cajas fueron tan fieles al espíritu del concurso que no fue difícil compartir con sus autores la experiencia íntima que sus cajas y su interpretación pusieron de manifiesto.
Confirmamos que la organización, la comunicación y, sobre todo, la complicidad en la búsqueda de lograr los objetivos, constituyeron las bases para disfrutar de este proceso de trabajo y superar las dificultades que se presentaron en el camino.
Otro logro fue romper la dinámica endogámica que prevalece en las actividades producidas en el seno de la ENCRyM. Desde un principio buscamos llegar a audiencias diversas y no restringirnos al ámbito de la conservación. La profesión del conservador-restaurador sigue siendo poco conocida en nuestro país; una de las razones de ello es que nosotros mismos no hemos sabido señalar con suficiencia las posibilidades que ofrece esta profesión, ni las competencias y capacidades con las que egresamos para colaborar con otros profesionales en diversos ámbitos productivos. En nosotros está hacer comprender la pertinencia y carácter estratégico de la acción del conservador. Por todo eso, haber llegado a audiencias de diversas localidades, profesiones y edades fue de gran valor para lograr notoriedad.
Para finalizar, es importante destacar que el habernos ocupado de gestionar el proceso desde la concepción de la idea del concurso —pasando por los distintos desafíos de su implementación hasta la exhibición de las cajas recibidas— nos permitió observar el funcionamiento, coherencia y pertinencia de los lineamientos del concurso, así como poner sobre la mesa aquellos aspectos que requirieron más atención, especialmente cuando fue necesario reconsiderar las decisiones tomadas y rectificar. En esa medida, el compromiso mutuo y el diálogo nos permitió hacer frente a las dificultades encontradas, lo que finalmente, nos permitió llevar a buen término esta iniciativa.
La realización de este proyecto no habría sido posible sin las valiosas aportaciones de cada uno de los concursantes, del jurado y de nuestros patrocinadores, además de las recomendaciones, apoyo y guía de nuestros profesores Luis Enríquez, Laura Milán, Germán Fraustro, Natalia Barberá y Jorge Valtierra. Reconocemos también la complicidad de la Coordinación de Difusión y las áreas Logística y de Diseño y Producción de la ENCRyM, además de la valiosa colaboración del fotógrafo Víctor Manuel Chacón.