Alicia Abygayl Cedillo Rojas
El 19 de septiembre de 2017 se suscitó en México un terremoto de magnitud 7.1 en la escala de Richter, con epicentro a 120 km al sur de la capital del país y a 12 km de Axochiapan, Morelos, entre los límites de este estado y el de Puebla (Tonda, 2017, s. p.; Cruz Atienza et al., s. f., s. p.).
Durante las horas siguientes al sismo, las líneas telefónicas estaban saturadas, ambulancias sonaban por doquier y el desconcierto entre la población era notable; pasado el tiempo, ya restablecidos los servicios de comunicación, se comenzaron a conocer las condiciones en las que se encontraba la ciudad y otros estados afectados: derrumbes de edificios habitacionales, escuelas, oficinas, monumentos históricos, etc., fueron las primeras noticias sobre el tema, algunos inmuebles con deterioros menores, como fisuras, roturas de vidrios o algunas pérdidas de recubrimientos, mientras que, por otro lado, se sabría de casos como las colonias Roma, Condesa, Doctores, Del Valle, Tlalpan, entre otras, donde se desplomaron edificios de oficinas, fábricas y departamentos.
Entre los bienes inmuebles afectados por el sismo, encontramos el ex convento de San Juan Bautista en Tlayacapan, en el estado de Morelos, que será el tema central de este ensayo.
Este templo ha destacado por sus enormes dimensiones, desde el frontispicio principal, que mide más de 30 m de altura, la capilla poza, el atrio, la capilla abierta o de indios, la ornamentación plateresca en su interior, así como por un estilo suntuoso desarrollado por los propios agustinos.
Algunas investigaciones dentro del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) han clasificado esta obra arquitectónica como convento-fortaleza1 debido a que los paramentos2 son gruesos, con elementos de filiación medieval; cabe destacar que la composición es una creación totalmente novohispana, con una función meramente religiosa (Gallegos Ledesma, s. f., s. p.).
Con el sismo de 2017 este monumento sufrió graves daños. Informes en diversos periódicos de la región mostraron algunos de éstos, entre los principales, y que ponen en riesgo todo el inmueble, encontramos:
Una fractura en la nave principal dividiéndola en dos partes, la presencia de una abertura en la parte central donde se perdió en su totalidad el material, mientras que el frontispicio de 30 m de altura, junto con uno de los tres campanarios, se derrumbaron (Delgado, 2017, s. p.).
Figura 1: Fotografía: Alejandro Saldívar. Delgado, Álvaro (2017). El sismo arrasó con el templo de San Juan Bautista, Tlayacapan, considerado patrimonio de la humanidad [en línea]. Proceso. Recuperado de http://www.proceso.com.mx/504221/sismo-arraso-templo-san-juan-bautista-tlayacapan-considerado-patrimonio-la-humanidad, consultada el 20 de noviembre de 2017.
En su parte intern. se detectó un agrietamiento en el altar principal, que destruyó el presbiterio por completo, dejando los bienes muebles bajo los escombros. Los murales y frescos que decoraban las paredes sufrieron pérdidas y graves fracturas. Algunas de las representaciones en escultura policromada y reliquias, como el Niño Jesús y el Señor de las Tres Caídas, con el que se escenifica el viacrucis en Semana Santa, lograron extraerse y algunos fieles y mayordomos del convento las resguardaron (Delgado, 2017, s. p.). Después se restringió el acceso a este inmueble.
Figura 2 (2017). Destrucción de la ruta de los conventos [en línea]. El Universal. Recuperado de http://www.eluniversal.com.mx/cultura/patrimonio/destruccion-en-la-ruta-de-los-conventos, consultada el 20 de noviembre de 2017.
Figura 3: Fotografía: Alejandro Saldívar. Delgado, Álvaro (2017). El sismo arrasó con el templo de San Juan Bautista, Tlayacapan, considerado patrimonio de la humanidad [en línea]. Proceso. Recuperado de http://www.proceso.com.mx/504221/sismo-arraso-templo-san-juan-bautista-tlayacapan-considerado-patrimonio-la-humanidad, consultada el 20 de noviembre de 2017.
Con el fin de restablecer la normalidad y asegurar el bienestar de los pobladores, Protección Civil estatal planteó la posibilidad de demoler el inmueble, con el argumento de que ponía en riesgo la integridad de las personas; ante esta situación, tanto el sacerdote encargado del convento como los mayordomos que fungen como autoridad se declararon en contra; el sacerdote, en entrevista para Proceso, refirió que no tenía duda de que sería restaurado: “Se va a unir la nave”, declaró tras un diálogo con un perito del INAH, quien le aseguró que jamás podría demolerse un inmueble patrimonio de la humanidad (Delgado, 2017, s. p.).
Ante este problema, y en referencia a las acciones que se pueden llevar a cabo para la conservación y restauración del inmueble, propongo el uso de un modelo de toma de decisiones que ayudará a entender los requerimientos tanto de los bienes patrimoniales, de la población y de las instituciones encargadas de su preservación. Mi propuesta surge de la adecuación del The Decision-Making Model for the Conservation and Restoration of Modern and Contemporary Art.3
De acuerdo con este modelo, el primer acercamiento consiste en el registro de datos o conocimiento del inmueble, desde los materiales constitutivos que lo componen, la forma y estilo en el que está construido y las intenciones, en este caso no del artista, como lo propone el modelo, aunque sí de los constructores del inmueble desde su contexto de creación vinculados con su intención y uso, como el atrio principal, los campanarios y su frontispicio, los murales y frescos elaborados por los mismos frailes (Ex convento de San Juan Bautista, s. f., s. p.).
Se continúa por determinar la condición del bien, desde su composición y formas de deterioro, considerando sus propiedades químicas, físicas y biológicas, hasta llegar a un análisis en la forma de “envejecimiento” de los materiales constitutivos: el modelo refiere, por ejemplo, el uso o, en nuestro caso, un desastre natural. Es necesario documentar todos los daños con precisión para establecer la condición, a través de lo cual se podrán responder algunas preguntas sobre el comportamiento a futuro (en el arte contemporáneo esto puede ser un problema, ya que se desconoce cómo se comportarán los materiales durante el envejecimiento). Cuanta más información se tenga sobre los materiales y su composición, mejor se conocerá su condición.
El siguiente punto del modelo elegido es la determinación del significado. Es fundamental desentrañar el significado de una obra para planear y llevar a cabo su conservación, ya que éste se encuentra en “capas”. Es preciso, entonces, considerar que puede ser el significado dado por el artista, pero también podrá ser el que le otorga el contexto, un lugar, suceso o ideología. La investigación minuciosa en esta etapa es imprescindible para establecer un método de conservación.
En este caso encontramos muchos factores de significación que confluyen: las características del inmueble están estrechamente ligadas a su ubicación, y a los acontecimientos sucedidos y que aún hoy acontecen en este recinto. Al haberse construido durante un periodo de evangelización y colonización, en este se ven plasmados elementos de la nueva cultura que se imponía, representaciones de nuevas deidades que se adaptaban a las previas y todavía dan un sentido de pertenencia a la población. El emplazamiento también está cargado de significado: recordemos que se edificó sobre un templo prehispánico y posee, igualmente, para las raíces del poblado, una gran carga en el sentido de “lo que fueron y lo que son”. A partir de toda esta información resultaría impensable la destrucción de un patrimonio tanto para la población que ahí habita como para la de un país, e incluso del mundo, en tanto que es Patrimonio de la Humanidad, pues este bien ha sido testigo de un largo proceso de readaptación cultural.
De acuerdo con la metodología elegida, para la toma de decisiones es esencial un diagnóstico correcto del problema, para lo cual se confrontan los apartados al considerar la condición de nuestro bien y su significado; el modelo refiere que esta se presentará como una discrepancia. Una forma de identificarla es por medio del cuestionamiento: ¿el significado del objeto cambia como resultado del envejecimiento o del deterioro sufrido?
En el arte moderno y contemporáneo los efectos del envejecimiento o deterioros pueden no constituir un problema, ya que tal vez el mensaje del artista o del contexto se reforzarían con el envejecimiento. En nuestro caso, los daños ocasionados por el sismo ponen en riesgo todas las significaciones que contiene el bien cultural en su conjunto —inmueble y muebles asociados—, generando alteraciones que deterioran su estado “ideal”4 o la forma en la que la obra debe lucir para manifestar en la mejor manera posible sus valores y significados (lo que, a pesar de que pertenece a otra propuesta metodológica, es completamente compatible).
Vemos, así, que identificar la discrepancia no es un proceso lineal: hay varios tipos de consideraciones y factores, e incluso podría suscitarse el caso de que durante una fase posterior de investigación surja nueva información que volverá a influir.
El modelo de toma de decisiones elegido propone considerar algunos factores para determinar una discrepancia: factores estéticos, autenticidad, historicidad y funcionalidad; su evaluación guiará la decisión con una mayor o menor fuerza según el valor unido a tales factores. La determinación final de la discrepancia es el resultado de procesos de deliberación que involucran una amplia y variada serie de factores.
Ya que se ha discernido la discrepancia, podemos continuar con el establecimiento de opciones de conservación. Estas las plantearán profesionales de la conservación-restauración reuniendo la información recabada y relevante obtenida con diversos especialistas (expertos de las ciencias exactas y sociales) para crear una propuesta de intervención. En el caso del ex convento de Tlayacapan, lo más necesario es recuperar la estructura original mediante técnicas arquitectónicas e ingenieriles, en busca del restablecimiento de la unidad física, empleando tanto como sea posible el material original perdido y eligiendo para reposiciones aquel o aquellos con la mejor compatibilidad, considerando su envejecimiento a futuro y su significación.
Una vez planteadas las opciones de conservación, se deben evaluar las consecuencias y los riesgos de afectar la significación de la obra. Recordemos que para el arte contemporáneo —de donde surge el modelo elegido— este elemento es de suma importancia, ya que lo que los creadores hayan querido expresar en su obra se puede poner en riesgo con la intervención; en el caso del ex convento, la significación también es un factor imprescindible que se ha de considerar, pero esta ya no será la de los creadores, sino la de la comunidad que resguarda el bien, así como de su contexto implícito, como ya se ha explicado.
El modelo propone una vez más el planteamiento de una pregunta como elemento central: ¿en qué sentido cambiará el significado de la obra como resultado de la opción de conservación propuesta? Aquí se consideran de nuevo los factores de autenticidad, estéticos, de funcionalidad e historicidad, además de otros de carácter externo que son limitantes: aspectos legales, restricciones económicas, entre otras, que deberán sopesarse para elegir opciones de conservación.
Es así como estas opciones de conservación y restauración se consideran dentro de un marco de riesgos, significado y limitaciones. De esta manera, las posibilidades técnicas podrían tener modificaciones de acuerdo con la ética o criterios económicos, incluso un tratamiento podría abandonarse en función de prioridades de tipo ideológico. En consecuencia, una decisión siempre tiene el carácter de un compromiso.
Para concluir, llegamos al tratamiento propuesto, cuya motivación esté bien fundamentada. En este se buscó conservar elementos del modelo original adaptándolos a los requerimientos y características del ex convento de San Juan Bautista; contiene, asimismo, propuestas para la conservación preventiva, la conservación activa y la restauración.
Al seguir este modelo nos hemos percatado de la importancia no solo de tomar en cuenta el significado y las condiciones de un bien, sino de establecerlos como bases para sustentar una correcta intervención, ya que tomarlos a la ligera llevaría a cometer fallos, por ejemplo, al intentar complacer algunos de los requerimientos, ya sea de la comunidad o de las instituciones involucradas, olvidando por completo todos aquellos elementos intrínsecos presentes en el bien cultural.
Con lo anterior se suprime por completo la idea de una demolición total, ya que si bien el inmueble no se encuentra en el estado ideal, ni siquiera del todo estable, su destrucción conlleva la pérdida de una importante parte de las raíces y de los procesos históricos del poblado, del país y de la humanidad.
Bibliografía
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Notas al pie
1Esta denominación surge ya que poseen elementos defensivos que los identificaban simbólicamente con la fortaleza espiritual (Conventos del siglo XVI, s. f., s. p.).
2Un paramento es cada una de las caras de todo elemento constructivo vertical, como paredes o lienzos de muros (Choisy, 2003).
3Originalmente adaptado al modelo de Ernst van de Wetering C. (1999, pp. 3-5).
4En su libro Conservation Treatment Methodology, Barbara Appelbaum (2017) habla sobre el estado ideal de un objeto, el cual será un momento pasado en el que conserva la mayor parte del significado, ya sea para sus dueños o custodios.
Como citar esta colaboración:
Apellido, nombre (año), “Título del artículo”, en Archivo Churubusco, año 2, número 4, disponible en -dirección en internet-, consultado -día, mes, año-.