Metodología de Paul Philippot

Zulema Paz Rodríguez



Para abordar el caso del entendimiento y la posibilidad de intervención del edificio de San Juan Bautista, Tlayacapan, gravemente dañado por el sismo del 19 de septiembre de 2017, utilizaré la metodología propuesta por Paul Philippot.

El referido sismo tuvo una intensidad de 7.1 en la escala de Richter, impactó a la Ciudad de México y a los estados de Morelos y Puebla, principalmente. El patrimonio de Morelos fue de los que recibió más daño, incluida la ruta conventual, en la que más de 11 inmuebles, catalogados por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) como Patrimonio de la Humanidad, resultaron afectados. El ex convento de San Juan Bautista, ubicado en el centro de Tlayacapan, Morelos, cuya construcción data del siglo XVI, sufrió graves daños: la nave principal se dividió en dos, una sección de la bóveda se derrumbó, así como parte de la espadaña; una de sus campanas cayó sobre la bóveda y la otra sobre la explanada (El sismo arrasó, s. f., s. p.). El altar principal se agrietó, el presbiterio también se dañó enormemente, quedando en ruinas; asimismo, la mayor parte de los bienes muebles dieron con el suelo por el movimiento del sismo. Adicionalmente, los murales que decoran las paredes del templo sufrieron afectaciones. Por otro lado, el sagrario no tuvo fracturas, y por eso, con el permiso del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), los pobladores movieron las imágenes que se recuperaron a este lugar (Destrucción en la ruta, 2017, s. p.). Se dice que el santo patrono fue el único que se mantuvo de pie en el altar principal del recinto.

El convento es un espacio emblemático y de significación para la comunidad, pues forma parte de su vida cotidiana y de su identidad; cuando sucedió este desastre, las personas quedaron devastadas. Aun con esto, el personal de Protección Civil del gobierno estatal planteó la posibilidad de demoler el convento, causando enojo en la población. Sin embargo, por su temporalidad, la ley mexicana lo considera como patrimonio histórico, cuya protección recae en el INAH, dejando a un lado otras opiniones precipitadas (Terremoto destruye patrimonio, 2017, s. p.).

Debido a su inestabilidad estructural el INAH restringió el acceso al ex convento, y los pobladores y párroco comenzaron a realizar misas al aire libre, satisfechos de que el lugar no será derribado y se restaurará. Tal es su aprecio que dentro de la comunidad, se propone que se capacite a albañiles, asignándoles un restaurador y un encargado del INAH con el fin de participar en el proceso de restauración (Mano de obra nativa, 2017, s. p.).

 

Metodología

Las razones de elegir la metodología propuesta por Philippot en sus diferentes textos son: primero, la actualidad que representa, ya que retoma, organiza y concreta teorías anteriores, incluida la de Cesare Brandi, y las emplea en retos de la conservación-restauración del siglo XX, lo que resulta un gran aporte internacional. Segundo, porque la metodología que desarrolla para restauradores en formación, es decir, la metodología de la triple acción (estabilidad, legibilidad y reversibilidad), sin duda es esencial en el proceso de aprendizaje, pues tiene un enfoque no solo técnico sino también multidisciplinario que se sigue utilizando en la formación de profesionales.

Para su aplicación, me he basado en el primer número de la revista Conversaciones, dedicada a Paul Philippot, donde la doctora Valerie Magar Meurs hace una traducción del texto original L’oevre d’art, le temps et la restauration (La obra de arte, el tiempo y la restauración) de este autor (Philippot, 2015, pp. 18-26).

Retomando el caso desde la perspectiva de Philippot, el ex convento de San Juan Bautista podría ser objeto de una intervención, pues forma parte del patrimonio cultural de México y fue afectado por un desastre natural. El contexto del inmueble es la población de Tlayacapan, que lo reconoce como parte de su identidad y quiere conservarlo, como se ha podido ver a través de sus manifestaciones en diferentes medios.

La restauración del ex convento se debe conducir con sumo cuidado y con respeto a la obra y a la comunidad, de acuerdo con esta propuesta metodológica en tres pasos: 1. el reconocimiento-comprensión de la obra, incluido el de sus tiempos histórico e ideal; 2. la consideración y planeación de las labores de restauración de la obra con base en la comprensión lograda en el paso previo, y 3) la ejecución de las labores de restauración.

Primero se hace el reconocimiento-comprensión de la obra (Philippot, 2015, p. 20), que va mucho más allá del análisis de sus materiales y datos históricos:

la obra no puede ser únicamente el objeto de un conocimiento científico histórico: forma parte integrante de nuestro presente vivido, dentro de una tradición artística que nos une a ella, y permite sentirla como una interpelación del pasado dentro de nuestro presente: una voz actual en la cual resuena ese pasado.

Philippot, consciente de que el reconocimiento se renueva en cada ocasión que se le aprecia, retoma de Brandi el concepto del “eterno presente” y de los diversos tiempos de la obra: su tiempo interno, el tiempo ideal fijado durante su creación, fundamento de su forma, imagen y estilo. El reconocimiento de la obra sucede en el momento presente, al que pertenece el espectador-receptor y el propio restaurador, sin que por ello se pueda olvidar que es un producto de una actividad humana en un tiempo y lugar dados, por lo que forman parte de un documento histórico que habla del pasado.

El tiempo histórico se divide en tres momentos: 1. el momento en el que la obra se conforma; 2. el de reconocimiento y actualización de la obra, donde toma en cuenta al observador en su presente y su pasado; 3. el intervalo entre la reactualización que realiza el espectador-receptor durante el cual el objeto se reconoce solo como objeto material, no como obra de arte o bien cultural, aunque puede haber pasado por reconocimientos intermedios que le hayan causado modificaciones, adiciones, dadas por actividad humana o cambios generados por el transcurrir del tiempo (como lo que se conoce como pátina) (Philippot, 2015, p. 22).

En el caso de San Juan Bautista Tlayacapan, el primer momento fue en el siglo XVI, cuando los agustinos lo construyeron. El segundo corresponde al punto en que los habitantes del lugar lo tomaron como un lugar devocional y lo convirtieron en un emblema que los representa, al que han concurrido cotidianamente; por supuesto, otro puntal fue cuando se lo reconoció como Patrimonio de la Humanidad y, hoy en día, cuando, tras el sismo, se obliga a actualizarlo nuevamente en la conciencia de sus múltiples receptores en busca de su restauración.

La dañada estructura del ex convento le confiere un estado sensible (sucedido en el tercer momento del tiempo histórico), que causa que los habitantes del pueblo no puedan hacer uso de él, de modo que pierde su función orillando a la restauración. De acuerdo con Philippot, hay una tradición que une a la comunidad con los sitios y es la responsable de su valor; uno que permite una interpretación y comprensión de su pasado (las memorias que tienen sobre el lugar).

Philippot menciona, asimismo, que, aparte del tiempo histórico, se debe considerar el tiempo ideal, aquel que toma en cuenta los tres momentos del tiempo histórico y encuentra un equilibrio entre estos, formulando una “imagen” de lo que se quiere conservar. Esta imagen depende del reconocimiento del receptor, por lo que, para proceder en la intervención hay que tener cuidado con no confundir el tiempo ideal con alguno de los momentos que conforman el tiempo histórico, donde el receptor del momento actual, es decir, el restaurador, está tan involucrado en el acontecimiento —en este caso, el resultado del sismo— que olvida su tiempo ideal, procediendo sobre el convento como si fuera una construcción nueva (Philippot, 2015, p. 22).

Tomando en cuenta lo anterior, el siguiente paso sería considerar y planear la intervención de la obra, en nuestro caso, del ex convento de San Juan Bautista, pensando en ambos tiempos. En esta parte es importante tener en cuenta que el momento de su creación se acabó cuando la obra se terminó, y que lo que se busca al ofrecer una propuesta de intervención no es retomar el acto del creador, sino considerar el tiempo histórico e ideal, lo que la orientará más adecuadamente. Reflexionando sobre su tiempo ideal, la estabilidad y la estética del recinto se vieron muy afectadas imposibilitando su uso y dañando la comprensión del conjunto.

Por otro lado, se afectó también al tener graves daños estructurales que restringen su uso en el presente, es decir, el que le daban los habitantes del pueblo al asistir devotamente a misa, apreciando y reconociendo el arte sacro dentro del ex convento como parte de su vida cotidiana. Es importante recalcar que el patrimonio cultural es de las personas que lo usan y de sus futuras generaciones, luego si lo que se busca es la conservación, es necesario no perder esta parte que conforma el segundo momento del tiempo histórico, por lo que es de gran ayuda que el sitio sea tan importante para la comunidad.

Pensando en lo anterior, lo último sería proceder físicamente sobre el ex convento, donde el restaurador el restaurador tomaría el papel de intérprete, sin confundir la interpretación con percibir ambos tiempos, y tomar solo su momento actual. Con esto me refiero a comenzar su restauración. Habiendo realizado el reconocimiento de los tres momentos del tiempo histórico y reflexionado sobre la diferencias entre tiempo ideal e histórico, el restaurador está consciente del impacto de sus acciones sobre el lugar, ya que pueden ser irreversibles, como sucede con las limpiezas o, en este caso, con las consolidaciones estructurales.

No se trata de restituir la obra completa; en este caso, no es rehacer el convento desde el inicio; por el contrario, lo que se requiere es reducir las afectaciones del inmueble, estabilizando la estructura, ejecutando labores de restauración sobre el faltante de la nave, que afecta tanto su funcionalidad como su apreciación, de la que depende el valor que le da la comunidad.

Asimismo, las lagunas en los murales y otros elementos deberían tener reintegraciones, tomando en consideración los registros previos al temblor, sin que sea necesario que se completen en su totalidad, es decir, no buscando llegar al primer momento de su tiempo histórico (Philippot, 2015, p. 22). De igual forma, la reintegración de lagunas tendría que hacerse evidente, puesto que las restauraciones deben estar a la vista del espectador respetando la distancia que hay entre los tres momentos y el tiempo ideal. Se trata de proceder con respeto a la obra, sin caer en la falsificación.

La comunidad demanda la restauración del convento, y, como se dijo antes, se debe tener una amplia receptividad cultural que reconozca el importante papel que juega, ya que el valor que aquella le ha dado es lo que mantiene conservado el ex convento, al punto de que hubo oposición a las recomendaciones de demolición. La vinculación entre el inmueble y la población se puede intensificar si esta se incorpora a los trabajos necesarios para la recuperación, lo que apoyaría a la futura conservación del convento con base en el respeto y el vínculo con la comunidad.

 

Conclusiones

En mi opinión, en cualquier labor de restauración se requiere siempre aplicar una metodología que proporcione la guía fundamental del quehacer profesional y brinde herramientas para el juicio crítico sobre la obra, evitando falsificar y ocasionar daños.

Por otro lado, el patrimonio cultural es tan amplio y variado que su transcurso a través de los años y de su entorno es completamente diferente, incluso si dos obras iguales hubieran tenido diferentes historias de vida: distintos entornos generan resultados diferentes en los tres momentos de su tiempo histórico, y con esto su valor y resignificación también cambian. Cada caso es único, como también lo es el resultado de su restauración.

Ya que cada caso es diferente, las metodologías deben estar abiertas a la flexibilidad. Por esto puedo entender por qué actualmente se toma tanto en cuenta la metodología de Paul Philippot, pues él menciona que, si bien la documentación es importante para el registro de la pieza, la restauración y la forma en que se aborda es mucho más importante, puesto que tiene consecuencias directas sobre los bienes y, por lo tanto, es su responsabilidad proceder de tal manera que se respete al patrimonio y no se afecte.

De ahí que el restaurador sea un intérprete de la obra, pues debe, valga la redundancia, interpretarla sin quedar cegado por el contexto en el que percibe la obra, sino al contrario, percibiendo, considerando y entendiendo cuanto sea posible.

 

Bibliografía

Destrucción en la ruta de los conventos
[en línea]. El Universal. Recuperado de http://www.eluniversal.com.mx/especiales/cultura/2017/10/31/1042845/nota/1005625/3/destruccion-en-la-ruta-de-los-conventos, consultado el 8 de diciembre de 2017.

Mano de obra nativa para reconstrucción en Tlayacapan
[en línea]. El Sol de Cuautla. Recuperado de https://www.elsoldecuautla.com.mx/local/mano-de-obra-nativa-para-reconstruccion-en-tlayacapan, consultado el 29 de noviembre de 2017.

Philippot, Paul
(2015). La obra de arte, el tiempo y la restauración. Conversaciones (1), abril, trad. de Valerie Magar, pp. 18-26. Recuperado de http://www.mener.inah.gob.mx/archivos/17-1436302328.PDF, consultada el 7 de diciembre de 2017.

El sismo arrasó con el templo de San Juan Bautista, Tlayacapan, considerado patrimonio de la humanidad
[en línea]. Proceso. Recuperado de http://www.proceso.com.mx/504221/sismo-arraso-templo-san-juan-bautista-tlayacapan-considerado-patrimonio-la-humanidad, consultado el 7 de diciembre de 2017.

Terremoto destruye patrimonio
[en línea]. El Universal. Recuperado de http://www.eluniversal.com.mx/especiales/cultura/2017/09/28/1005252, consultada el 7 de diciembre de 2017.

 

 

 

 

 


Como citar esta colaboración:
Apellido, nombre (año), “Título del artículo”, en Archivo Churubusco, año 2, número 4, disponible en -dirección en internet-, consultado -día, mes, año-.



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